Mis tardes con Margueritte

Mis tardes con Margueritte

viernes, 2 de julio de 2010

ENTREVISTA CON JEAN BECKER

- ¿Cómo descubrió la novela de Marie-Sabine Roger y por qué le entraron ganas de adaptarla para la gran pantalla?
- Alguien de mi confianza se dedica a buscar temas y me hizo descubrir la novela Tardes con Margueritte, de Marie-Sabine Roger. Nada más leerla, me cautivó. Enseguida me atrajo el personaje de este buen hombre sin pulir, que sufre con su falta de cultura y que podría tacharse de simplón, aunque no lo sea para nada. Gracias al encuentro fortuito con una anciana muy erudita que le revelará la riqueza de la lectura, evoluciona.

- ¿Por qué propuso a Jean-Loup Dabadie que la adaptara con usted?
- Hacía tiempo que teníamos ganas de trabajar juntos. Le di a leer Tardes con Margueritte, le gustó mucho. Era la ocasión perfecta.

- ¿Le gusta el proceso de escritura?
- Para mí, los mejores momentos del proceso de realización son la escritura y el montaje. El rodaje es un periodo angustioso porque siempre tengo la impresión de estar por debajo del guión y me obligo a ser lo más riguroso posible para no alejarme de la página escrita.

- ¿Siempre le ha pasado lo mismo durante los rodajes?
- Es muy agradable encontrarse cada día durante seis semanas seguidas con los miembros de la pandilla. Pero le voy a ser sincero, también puede ser muy aburrido tener que contestar siempre a la misma pregunta: “¿Qué hacemos?” Reconozco que soy un hombre difícil durante el rodaje. Grito mucho, pero porque sé que cada error me aleja del objetivo: ser fiel a lo que está escrito. Para mí, cualquier detalle es esencial. Basta un pequeño fallo para hacer peligrar un rodaje. Por eso preparo cada escena con antelación, y así evitar los fallos”.

- ¿Cuándo pensó en Gérard Depardieu, con el que había trabajado en Elisa, para el papel de Germain Chazes?
- Enseguida. Incluso antes de empezar a escribir el guión. Di la novela de Marie-Sabine Roger a Bertrand de Labbey, mi amigo y mi agente. Él sugirió el nombre de Depardieu y me preguntó si podía darle el libro. Gérard me llamó al cabo de tres días y me habló de la historia y del personaje durante más de una hora, profundizando muchísimo. Me parece que conoce el libro tan bien o incluso mejor que yo; eso explica la fluidez de su interpretación. El profundo amor que sintió por la historia hizo que aumentaran mis ganas de hacer la película. Y luego está la alegría que supuso reunirle con esa anciana, una actriz extraordinaria de 95 años, Gisèle Casadesus. Después de una proyección, alguien me dijo: “Esos dos estaban hechos para encontrarse”.

- La había dirigido en La fortuna de vivir. ¿Por qué le propuso este nuevo papel?
- A pesar de una apariencia frágil, Gisèle tiene mucho carácter, algo que encajaba a la perfección con el personaje. No creo que sea necesario que hable de su talento.

- Hablemos de los papeles secundarios. ¿Puede explicarnos en pocas palabras qué le empujó a escoger a los actores, empezando por Claire Maurier en el papel de madre de Germain Chazes?
- La vi en televisión en Un aire de familla, de Cédric Klapisch y supe inmediatamente que Claire era capaz de interpretar el papel de esa madre violenta y peculiar.

- ¿Maurane?
- Enseguida aceptó el papel porque tenía ganas de hacerlo, aunque también tenía miedo de no estar a la altura. Pero se metió en el personaje con total naturalidad. Humanamente, es alguien muy especial.

- ¿Sophie Guillemin en el papel de novia de Germain?
- Es una intérprete muy natural. La pareja que forma con Germain es perfectamente creíble. Es cierto que la diferencia de edad entre los dos es grande, pero al fin y al cabo, ella es quien le mima. Tengo la impresión de que juntos funcionan bien en la pantalla.

- ¿Le es fácil encontrar a los actores que corresponden a su idea de los personajes?
- Me fío mucho de la selección de la directora de reparto.

- ¿Cómo dirige a los actores en el plató?
- No se dirige a un actor. No me gusta esa expresión. Les doy rienda suelta. De vez en cuando hablamos sobre un pequeño malentendido.

- Hábleme de la puesta en escena.
- Me gusta hacer un cine simple. Mi padre me repetía a menudo que una buena puesta en escena es la puesta en escena que no se nota. Si sobresale, va en detrimento de la historia porque el espectador se fija en algo que no es esencial. Para mí, la puesta en escena consiste en acompañar la evolución de los personajes durante el transcurso de la intriga.

- Todas sus películas tienen un punto en común: son nostálgicas sin echar de menos el pasado. ¿Cómo consigue un resultado tan delicado?
- No lo sé. Los temas me conmueven. La mayoría procede de novelas. Utilizo la creación de terceros para contar historias.

- Se sale de ver TARDES CON MARGUERITTE totalmente conmovido, sin la sensación de haber cedido a un chantaje lacrimógeno. ¿Qué método utiliza para alcanzar este resultado?
- No busco arrancar lágrimas del público, aunque algunos afirman lo contrario, y tampoco creo haber tirado de la cuerda de la sensiblería. Simplemente intento contar lo mejor posible lo que me conmueve y trasladar esta emoción a la pantalla.

- ¿Cree que con cada película aprende a contar mejor las historias que le conmueven?
- Claro que mejoro. No, es broma. Pero es verdad que se aprende algo con cada película y siempre me esfuerzo en no repetir mis errores. A veces, la experiencia es útil…

- ¿Ha cambiado muchas cosas en la sala de montaje?
- He intentado suprimir los momentos en que el espectador podría anticipar la escena siguiente. Nunca dudo a la hora de cortar. Es más difícil en las primeras películas que uno hace porque se quiere a las imágenes. Pero un realizador no debe enamorarse de sus imágenes. He aprendido a no hacerlo y a concentrarme en el ritmo.

- ¿Por qué le pidió a Laurent Voulzy que compusiera la música de la película?
- Muy simple, y la respuesta no es nada original. Me gustan sus canciones y melodías. Al principio no acepto porque creía que no tendría tiempo. Pero cuando le enseñé la película, dijo que sí. Luego, todo fue muy deprisa. Al cabo de un mes mandó un tema que nos gustó mucho.

- ¿Le angustia el estreno de una película suya?
- Suele decirse que una vez acabado el montaje, la película ya no pertenece al director. En lo que a mí respecta, no es verdad. Me implico totalmente hasta el estreno. Si tardo tres años en hacer una película, no quiero que un detalle de nada arruine todos nuestros esfuerzos en la recta final, durante la promoción de la película. Luego, cuando se entrega la película al público, puede funcionar bien, medianamente o mal.

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