Mis tardes con Margueritte

Mis tardes con Margueritte

viernes, 2 de julio de 2010

ENTREVISTA CON GISÈLE CASADESUS

- ¿Qué recuerdo tiene de La fortuna de vivir, la primera película que rodó con Jean Becker?
- Un recuerdo excelente y nada lejano. Fue una película que impactó a mucha gente y suelen hablarme de ella. No me sorprende: cuenta una historia simple pero muy humana, de las que suelen nacer las mejores películas. Y las que quedan grabadas en la memoria colectiva.

- ¿Cómo surgió esta nueva colaboración con Jean Becker?
- Jean me llamó para decirme que me mandaba un libro y que pensaba en mí para uno de los papeles. Disfruté mucho leyendo Tardes con Margueritte, sobre todo por el lenguaje de carretero que usa la autora Marie-Sabine Roger. Pero también por la relación repleta de ternura entre esa anciana y el buenazo que interpreta Gérard Depardieu. Luego recibí el guión, en el que Jean siguió el libro a la perfección aunque imprimiéndole una nota personal: su amor por la naturaleza, que se hace patente sin ser forzado. Reconozco que no vivo en la naturaleza. Soy una parisina de pura cepa y siempre he vivido en el distrito XVIII. Aunque no sepa nada del campo, es el aspecto que más me conmovió.

- ¿Qué le gusta a la hora de trabajar con Jean Becker?
- He vuelto a encontrar la misma bondad que en el rodaje de La fortuna de vivir. Y también su eficacia: no se pierde el tiempo en un plató con Jean. Es muy agradable porque pide, pero no impone. No se lucha con él, todo es natural y agradable, y más aún porque el personaje que interpreto no me era del todo extraño.

- ¿Cómo definiría a Margueritte?
- Quizá debido a los numerosos viajes que realizó, siente un cierto desapego por su entorno. Es sensible, pero no lloriquea. A pesar de su apariencia, tiene mucha autoridad.

- ¿Por qué cree que siente afecto por el personaje de Germain Chazes?
- Le conmueve la sinceridad y la naturalidad de ese hombre. Sobre todo entiende su deseo de saber más. Es alguien sin pulir, incluso zafio, pero con ganas de aprender lo que la vida no le ha aportado.

- ¿Fue difícil convertirse en su personaje?
- Pierre Fresnay tenía una teoría y la comparto con él: no se entra en un personaje, el personaje debe entrar en el actor. Aunque no sepa tantas cosas como Margueritte, no me costó en absoluto dejarme penetrar por ella. No sé si el resultado es convincente, pero no sentí ninguna dificultad a la hora de interpretar el personaje.

- ¿Cómo vivió las escenas que marcan el ritmo de la película con Gérard Depardieu en el banco?
- Primero, estaba encantada de conocer a Gérard. Todo fue muy natural entre los dos. No olvidemos que podría ser su abuela. Si Dios lo permite, cumpliré 96 años en junio. Luego, porque es muy agradable trabajar con un gran profesional. Me divertía mucho con él durante la preparación del plano, gesticula, ríe, habla muy alto.

- ¿Sigue poniéndose nerviosa cuando interpreta?
- En el teatro tengo miedo hasta el momento de pisar el escenario. En un plató también, pero es diferente. Estamos en manos del realizador y de la técnica, no somos los únicos responsables del trabajo. Al entregarnos totalmente, tranquiliza mucho trabajar con un director tan bueno como Jean. Sé que basta con escucharle e intentar seguir sus indicaciones.

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