Mis tardes con Margueritte
miércoles, 28 de julio de 2010
viernes, 2 de julio de 2010
SINOPSIS
Es la historia de uno de esos encuentros improbables que pueden cambiar una vida. En un parque se encuentran Germain, de algo más de cincuenta años y casi analfabeto, y Margueritte, una frágil anciana apasionada por la lectura. Cuarenta años y cien kilos los separan.
Por casualidad, Germain se sienta a su lado. Margueritte empieza a leerle extractos de novelas, haciéndole descubrir la magia de los libros, de la que Germain se creía excluido. De pronto, para la gente que le rodea, para sus amigos del café, que hasta ahora le han tomado por un tonto, la idiotez bascula y cambia de lado. Pero Margueritte se va quedando ciega y, por amor a esta adorable abuela traviesa y atenta, Germain se esforzará y le demostrará que es capaz de leerle cuando ella ya no pueda hacerlo.
ENTREVISTA CON JEAN BECKER
- ¿Cómo descubrió la novela de Marie-Sabine Roger y por qué le entraron ganas de adaptarla para la gran pantalla?
- Alguien de mi confianza se dedica a buscar temas y me hizo descubrir la novela Tardes con Margueritte, de Marie-Sabine Roger. Nada más leerla, me cautivó. Enseguida me atrajo el personaje de este buen hombre sin pulir, que sufre con su falta de cultura y que podría tacharse de simplón, aunque no lo sea para nada. Gracias al encuentro fortuito con una anciana muy erudita que le revelará la riqueza de la lectura, evoluciona.
- ¿Por qué propuso a Jean-Loup Dabadie que la adaptara con usted?
- Hacía tiempo que teníamos ganas de trabajar juntos. Le di a leer Tardes con Margueritte, le gustó mucho. Era la ocasión perfecta.
- ¿Le gusta el proceso de escritura?
- Para mí, los mejores momentos del proceso de realización son la escritura y el montaje. El rodaje es un periodo angustioso porque siempre tengo la impresión de estar por debajo del guión y me obligo a ser lo más riguroso posible para no alejarme de la página escrita.
- ¿Siempre le ha pasado lo mismo durante los rodajes?
- Es muy agradable encontrarse cada día durante seis semanas seguidas con los miembros de la pandilla. Pero le voy a ser sincero, también puede ser muy aburrido tener que contestar siempre a la misma pregunta: “¿Qué hacemos?” Reconozco que soy un hombre difícil durante el rodaje. Grito mucho, pero porque sé que cada error me aleja del objetivo: ser fiel a lo que está escrito. Para mí, cualquier detalle es esencial. Basta un pequeño fallo para hacer peligrar un rodaje. Por eso preparo cada escena con antelación, y así evitar los fallos”.
- ¿Cuándo pensó en Gérard Depardieu, con el que había trabajado en Elisa, para el papel de Germain Chazes?
- Enseguida. Incluso antes de empezar a escribir el guión. Di la novela de Marie-Sabine Roger a Bertrand de Labbey, mi amigo y mi agente. Él sugirió el nombre de Depardieu y me preguntó si podía darle el libro. Gérard me llamó al cabo de tres días y me habló de la historia y del personaje durante más de una hora, profundizando muchísimo. Me parece que conoce el libro tan bien o incluso mejor que yo; eso explica la fluidez de su interpretación. El profundo amor que sintió por la historia hizo que aumentaran mis ganas de hacer la película. Y luego está la alegría que supuso reunirle con esa anciana, una actriz extraordinaria de 95 años, Gisèle Casadesus. Después de una proyección, alguien me dijo: “Esos dos estaban hechos para encontrarse”.
- La había dirigido en La fortuna de vivir. ¿Por qué le propuso este nuevo papel?
- A pesar de una apariencia frágil, Gisèle tiene mucho carácter, algo que encajaba a la perfección con el personaje. No creo que sea necesario que hable de su talento.
- Hablemos de los papeles secundarios. ¿Puede explicarnos en pocas palabras qué le empujó a escoger a los actores, empezando por Claire Maurier en el papel de madre de Germain Chazes?
- La vi en televisión en Un aire de familla, de Cédric Klapisch y supe inmediatamente que Claire era capaz de interpretar el papel de esa madre violenta y peculiar.
- ¿Maurane?
- Enseguida aceptó el papel porque tenía ganas de hacerlo, aunque también tenía miedo de no estar a la altura. Pero se metió en el personaje con total naturalidad. Humanamente, es alguien muy especial.
- ¿Sophie Guillemin en el papel de novia de Germain?
- Es una intérprete muy natural. La pareja que forma con Germain es perfectamente creíble. Es cierto que la diferencia de edad entre los dos es grande, pero al fin y al cabo, ella es quien le mima. Tengo la impresión de que juntos funcionan bien en la pantalla.
- ¿Le es fácil encontrar a los actores que corresponden a su idea de los personajes?
- Me fío mucho de la selección de la directora de reparto.
- ¿Cómo dirige a los actores en el plató?
- No se dirige a un actor. No me gusta esa expresión. Les doy rienda suelta. De vez en cuando hablamos sobre un pequeño malentendido.
- Hábleme de la puesta en escena.
- Me gusta hacer un cine simple. Mi padre me repetía a menudo que una buena puesta en escena es la puesta en escena que no se nota. Si sobresale, va en detrimento de la historia porque el espectador se fija en algo que no es esencial. Para mí, la puesta en escena consiste en acompañar la evolución de los personajes durante el transcurso de la intriga.
- Todas sus películas tienen un punto en común: son nostálgicas sin echar de menos el pasado. ¿Cómo consigue un resultado tan delicado?
- No lo sé. Los temas me conmueven. La mayoría procede de novelas. Utilizo la creación de terceros para contar historias.
- Se sale de ver TARDES CON MARGUERITTE totalmente conmovido, sin la sensación de haber cedido a un chantaje lacrimógeno. ¿Qué método utiliza para alcanzar este resultado?
- No busco arrancar lágrimas del público, aunque algunos afirman lo contrario, y tampoco creo haber tirado de la cuerda de la sensiblería. Simplemente intento contar lo mejor posible lo que me conmueve y trasladar esta emoción a la pantalla.
- ¿Cree que con cada película aprende a contar mejor las historias que le conmueven?
- Claro que mejoro. No, es broma. Pero es verdad que se aprende algo con cada película y siempre me esfuerzo en no repetir mis errores. A veces, la experiencia es útil…
- ¿Ha cambiado muchas cosas en la sala de montaje?
- He intentado suprimir los momentos en que el espectador podría anticipar la escena siguiente. Nunca dudo a la hora de cortar. Es más difícil en las primeras películas que uno hace porque se quiere a las imágenes. Pero un realizador no debe enamorarse de sus imágenes. He aprendido a no hacerlo y a concentrarme en el ritmo.
- ¿Por qué le pidió a Laurent Voulzy que compusiera la música de la película?
- Muy simple, y la respuesta no es nada original. Me gustan sus canciones y melodías. Al principio no acepto porque creía que no tendría tiempo. Pero cuando le enseñé la película, dijo que sí. Luego, todo fue muy deprisa. Al cabo de un mes mandó un tema que nos gustó mucho.
- ¿Le angustia el estreno de una película suya?
- Suele decirse que una vez acabado el montaje, la película ya no pertenece al director. En lo que a mí respecta, no es verdad. Me implico totalmente hasta el estreno. Si tardo tres años en hacer una película, no quiero que un detalle de nada arruine todos nuestros esfuerzos en la recta final, durante la promoción de la película. Luego, cuando se entrega la película al público, puede funcionar bien, medianamente o mal.
- Alguien de mi confianza se dedica a buscar temas y me hizo descubrir la novela Tardes con Margueritte, de Marie-Sabine Roger. Nada más leerla, me cautivó. Enseguida me atrajo el personaje de este buen hombre sin pulir, que sufre con su falta de cultura y que podría tacharse de simplón, aunque no lo sea para nada. Gracias al encuentro fortuito con una anciana muy erudita que le revelará la riqueza de la lectura, evoluciona.
- ¿Por qué propuso a Jean-Loup Dabadie que la adaptara con usted?
- Hacía tiempo que teníamos ganas de trabajar juntos. Le di a leer Tardes con Margueritte, le gustó mucho. Era la ocasión perfecta.
- ¿Le gusta el proceso de escritura?
- Para mí, los mejores momentos del proceso de realización son la escritura y el montaje. El rodaje es un periodo angustioso porque siempre tengo la impresión de estar por debajo del guión y me obligo a ser lo más riguroso posible para no alejarme de la página escrita.
- ¿Siempre le ha pasado lo mismo durante los rodajes?
- Es muy agradable encontrarse cada día durante seis semanas seguidas con los miembros de la pandilla. Pero le voy a ser sincero, también puede ser muy aburrido tener que contestar siempre a la misma pregunta: “¿Qué hacemos?” Reconozco que soy un hombre difícil durante el rodaje. Grito mucho, pero porque sé que cada error me aleja del objetivo: ser fiel a lo que está escrito. Para mí, cualquier detalle es esencial. Basta un pequeño fallo para hacer peligrar un rodaje. Por eso preparo cada escena con antelación, y así evitar los fallos”.
- ¿Cuándo pensó en Gérard Depardieu, con el que había trabajado en Elisa, para el papel de Germain Chazes?
- Enseguida. Incluso antes de empezar a escribir el guión. Di la novela de Marie-Sabine Roger a Bertrand de Labbey, mi amigo y mi agente. Él sugirió el nombre de Depardieu y me preguntó si podía darle el libro. Gérard me llamó al cabo de tres días y me habló de la historia y del personaje durante más de una hora, profundizando muchísimo. Me parece que conoce el libro tan bien o incluso mejor que yo; eso explica la fluidez de su interpretación. El profundo amor que sintió por la historia hizo que aumentaran mis ganas de hacer la película. Y luego está la alegría que supuso reunirle con esa anciana, una actriz extraordinaria de 95 años, Gisèle Casadesus. Después de una proyección, alguien me dijo: “Esos dos estaban hechos para encontrarse”.
- La había dirigido en La fortuna de vivir. ¿Por qué le propuso este nuevo papel?
- A pesar de una apariencia frágil, Gisèle tiene mucho carácter, algo que encajaba a la perfección con el personaje. No creo que sea necesario que hable de su talento.
- Hablemos de los papeles secundarios. ¿Puede explicarnos en pocas palabras qué le empujó a escoger a los actores, empezando por Claire Maurier en el papel de madre de Germain Chazes?
- La vi en televisión en Un aire de familla, de Cédric Klapisch y supe inmediatamente que Claire era capaz de interpretar el papel de esa madre violenta y peculiar.
- ¿Maurane?
- Enseguida aceptó el papel porque tenía ganas de hacerlo, aunque también tenía miedo de no estar a la altura. Pero se metió en el personaje con total naturalidad. Humanamente, es alguien muy especial.
- ¿Sophie Guillemin en el papel de novia de Germain?
- Es una intérprete muy natural. La pareja que forma con Germain es perfectamente creíble. Es cierto que la diferencia de edad entre los dos es grande, pero al fin y al cabo, ella es quien le mima. Tengo la impresión de que juntos funcionan bien en la pantalla.
- ¿Le es fácil encontrar a los actores que corresponden a su idea de los personajes?
- Me fío mucho de la selección de la directora de reparto.
- ¿Cómo dirige a los actores en el plató?
- No se dirige a un actor. No me gusta esa expresión. Les doy rienda suelta. De vez en cuando hablamos sobre un pequeño malentendido.
- Hábleme de la puesta en escena.
- Me gusta hacer un cine simple. Mi padre me repetía a menudo que una buena puesta en escena es la puesta en escena que no se nota. Si sobresale, va en detrimento de la historia porque el espectador se fija en algo que no es esencial. Para mí, la puesta en escena consiste en acompañar la evolución de los personajes durante el transcurso de la intriga.
- Todas sus películas tienen un punto en común: son nostálgicas sin echar de menos el pasado. ¿Cómo consigue un resultado tan delicado?
- No lo sé. Los temas me conmueven. La mayoría procede de novelas. Utilizo la creación de terceros para contar historias.
- Se sale de ver TARDES CON MARGUERITTE totalmente conmovido, sin la sensación de haber cedido a un chantaje lacrimógeno. ¿Qué método utiliza para alcanzar este resultado?
- No busco arrancar lágrimas del público, aunque algunos afirman lo contrario, y tampoco creo haber tirado de la cuerda de la sensiblería. Simplemente intento contar lo mejor posible lo que me conmueve y trasladar esta emoción a la pantalla.
- ¿Cree que con cada película aprende a contar mejor las historias que le conmueven?
- Claro que mejoro. No, es broma. Pero es verdad que se aprende algo con cada película y siempre me esfuerzo en no repetir mis errores. A veces, la experiencia es útil…
- ¿Ha cambiado muchas cosas en la sala de montaje?
- He intentado suprimir los momentos en que el espectador podría anticipar la escena siguiente. Nunca dudo a la hora de cortar. Es más difícil en las primeras películas que uno hace porque se quiere a las imágenes. Pero un realizador no debe enamorarse de sus imágenes. He aprendido a no hacerlo y a concentrarme en el ritmo.
- ¿Por qué le pidió a Laurent Voulzy que compusiera la música de la película?
- Muy simple, y la respuesta no es nada original. Me gustan sus canciones y melodías. Al principio no acepto porque creía que no tendría tiempo. Pero cuando le enseñé la película, dijo que sí. Luego, todo fue muy deprisa. Al cabo de un mes mandó un tema que nos gustó mucho.
- ¿Le angustia el estreno de una película suya?
- Suele decirse que una vez acabado el montaje, la película ya no pertenece al director. En lo que a mí respecta, no es verdad. Me implico totalmente hasta el estreno. Si tardo tres años en hacer una película, no quiero que un detalle de nada arruine todos nuestros esfuerzos en la recta final, durante la promoción de la película. Luego, cuando se entrega la película al público, puede funcionar bien, medianamente o mal.
ENTREVISTA CON GÉRARD DEPARDIEU
- Ya había trabajado con Jean Becker en Elisa, a mediados de los años 90, pero ¿cuánto hace que se conocen?
- Tengo la sensación que desde siempre. Jean pertenece a una tradición cinematográfica cuyos miembros han sido, en cierto modo, mis progenitores. Me refiero a actores como Jean Gabin, Bertrand Blier, Paul Meurisse, Pierre Brasseur o Michel Simon, a autores como Michel Audiard y su sentido único de la réplica, del diálogo, del idioma. Todo eso se ha perdido. No es casual que Jean sea uno de los pocos cineastas, con Claude Chabrol, que conservan y hacen vivir ese espíritu perteneciente a un tipo de cine popular que va desapareciendo. Basta con ver sus películas, le interesan los detalles.
- ¿Ha cambiado mucho Jean Becker desde que rodaron Elisa?
- No, solo es más exigente. No se fía de sí mismo. Jean es un hiperemotivo patológico. Quiere que la verdad se palpe en sus películas, no que sea cine. Forma parte de los realizadores que no siempre consiguen formular lo que quieren conseguir. Pero los artistas son ellos, porque el arte no se traslada mediante la palabra. Es algo parecido a lo que encuentro en el vino o en la escultura, hay que ser mago para conseguirlo. No puede explicarse. Saberse de memoria el manual de la puesta en escena perfecta no significa ser un gran realizador.
- ¿Cómo llegó a trabajar en TARDES CON MARGUERITTE?
- Bertrand de Labbey me hizo llegar la novela de Marie-Sabine Roger. En cuanto la leí, le llamé para decirle que Jean tenía el don de escoger libros magníficos. Al fin y al cabo, para hacer cine, ¿no basta con una historia maravillosa como esta? No me gustan los efectos. Y en las películas cada vez hay más efectos. Jean está en la vertiente opuesta. La novela que decidió adaptar es simplemente conmovedora en el sentido más noble de la palabra. Y basta con dejarse llevar para interpretar a Germain Chazes.
- Hablando de Germain Chazes, ¿cómo es el personaje?
- No ve el mal. Tiene complejos, pero no se enfada por nada. Es tremendamente positivo, pero no por eso es un simplón. Yo habría podido ser Germain en la vida real. Es igual que yo cuando tenía 13 años y decidí irme. También yo lo observaba todo, me fijaba en todo. Le conozco, sé cuánto humor y amor lleva en su interior. No hay más que ver la relación con su madre. A pesar de que ella no le haya demostrado afecto, no la condena. Le ama una joven interpretada por Sophie Guillemin. Cuando están juntos, la diferencia de edad desaparece porque él es un ser puro. Al contrario de lo que muchos puedan creer, Germain es un personaje que encaja a la perfección en la época actual. En mi opinión, representa lo que queda por vivir si se huye de la sociedad que nos ofrecen. Germain, sigue creyendo en ciertos valores, en la vida, a pesar de haber sido arrollado por todo.
- Ya que conoce el camino que lleva a Germain Chazes, ¿fue fácil interpretarlo?
- Sí, ya se lo he dicho antes, bastó con dejarme llevar por las situaciones y por el texto. Cuando actúo, siempre intento estar lo más cerca de lo que el espectador mira o puede ver. No se qué más se puede aportar a una situación descrita y a un texto. No se debe componer, inventar, si no se quiere caer en el formateo del que tanto huyo.
- ¿Ha sido un placer trabajar con Gisèle Casadesus?
- Un placer tremendo porque me convertí en espectador. Es asombroso ver a una mujer de su edad memorizar un texto y concentrarse como hace ella; demuestra que tiene mucho valor. Pero me sedujo su increíble feminidad, su coquetería, que me parecen el fruto de una vida bella y del amor, de la esperanza o de una creencia. Gisèle cree en los pájaros, en la belleza, la pena y la tristeza en un mundo donde mucha gente carece de valor para enfrentarse a la tormenta de la pena. Cuando trabajo con ella, lo veo todo, noto sus estremecimientos. Delante de ella, me siento libre. La libertad significa no sentir miedo de nada, tener la fuerza de la vida misma. En cuanto se empieza a sentir miedo, se acabó. No temo a nada, y menos a la existencia, al contrario de mucha gente que, según envejece, se rodea de pretiles.
- Gisèle Casadesus le compara a un huracán cuando aparece en el plató antes de rodar una escena. ¿Está de acuerdo con esa descripción?
- Sí, es mi modo de ser. Pero nada más oír la palabra “Motor”, estoy en el papel. Además, también puedo quedarme dormido en una silla en vez de moverme, y trabajaré del mismo modo. La escena es lo único que cuenta, da igual lo que ocurra antes.
- ¿Sigue sintiendo el mismo placer que siempre a la hora de actuar?
- Sí, claro. Sobre todo porque hago muchas cosas cuando no ruedo y un rodaje es como un descanso. Aunque el cine haya cambiado, los equipos, la gente sigue siendo la misma. Conozco los enormes rodajes estadounidenses con su cantidad de medios y una pléyade de ayudantes. Pero se me hacen pesados. No hay lugar para la espontaneidad. En realidad, soy como el personaje de TARDES CON MARGUERITTE: vivo el presente. El pasado llega enseguida, no hace falta buscarlo. Me alimento permanentemente del presente, de todo lo que se nos escapa y vivimos cuando dormimos, cuando amamos, cuando observamos… Todo deja huellas en la memoria; el dolor, los sentimientos, sonidos, colores, olores… Y ese dolor, esos sentimientos, sonidos, colores, olores me alimentan. Eso explica por qué, antes de un rodaje, nunca pienso en el personaje que interpretaré excepto cuando el director me habla de él. Y en este caso, no iba a preparar el papel de Germain Chazes, un hombre que observa a la gente y escucha.
- Tengo la sensación que desde siempre. Jean pertenece a una tradición cinematográfica cuyos miembros han sido, en cierto modo, mis progenitores. Me refiero a actores como Jean Gabin, Bertrand Blier, Paul Meurisse, Pierre Brasseur o Michel Simon, a autores como Michel Audiard y su sentido único de la réplica, del diálogo, del idioma. Todo eso se ha perdido. No es casual que Jean sea uno de los pocos cineastas, con Claude Chabrol, que conservan y hacen vivir ese espíritu perteneciente a un tipo de cine popular que va desapareciendo. Basta con ver sus películas, le interesan los detalles.
- ¿Ha cambiado mucho Jean Becker desde que rodaron Elisa?
- No, solo es más exigente. No se fía de sí mismo. Jean es un hiperemotivo patológico. Quiere que la verdad se palpe en sus películas, no que sea cine. Forma parte de los realizadores que no siempre consiguen formular lo que quieren conseguir. Pero los artistas son ellos, porque el arte no se traslada mediante la palabra. Es algo parecido a lo que encuentro en el vino o en la escultura, hay que ser mago para conseguirlo. No puede explicarse. Saberse de memoria el manual de la puesta en escena perfecta no significa ser un gran realizador.
- ¿Cómo llegó a trabajar en TARDES CON MARGUERITTE?
- Bertrand de Labbey me hizo llegar la novela de Marie-Sabine Roger. En cuanto la leí, le llamé para decirle que Jean tenía el don de escoger libros magníficos. Al fin y al cabo, para hacer cine, ¿no basta con una historia maravillosa como esta? No me gustan los efectos. Y en las películas cada vez hay más efectos. Jean está en la vertiente opuesta. La novela que decidió adaptar es simplemente conmovedora en el sentido más noble de la palabra. Y basta con dejarse llevar para interpretar a Germain Chazes.
- Hablando de Germain Chazes, ¿cómo es el personaje?
- No ve el mal. Tiene complejos, pero no se enfada por nada. Es tremendamente positivo, pero no por eso es un simplón. Yo habría podido ser Germain en la vida real. Es igual que yo cuando tenía 13 años y decidí irme. También yo lo observaba todo, me fijaba en todo. Le conozco, sé cuánto humor y amor lleva en su interior. No hay más que ver la relación con su madre. A pesar de que ella no le haya demostrado afecto, no la condena. Le ama una joven interpretada por Sophie Guillemin. Cuando están juntos, la diferencia de edad desaparece porque él es un ser puro. Al contrario de lo que muchos puedan creer, Germain es un personaje que encaja a la perfección en la época actual. En mi opinión, representa lo que queda por vivir si se huye de la sociedad que nos ofrecen. Germain, sigue creyendo en ciertos valores, en la vida, a pesar de haber sido arrollado por todo.
- Ya que conoce el camino que lleva a Germain Chazes, ¿fue fácil interpretarlo?
- Sí, ya se lo he dicho antes, bastó con dejarme llevar por las situaciones y por el texto. Cuando actúo, siempre intento estar lo más cerca de lo que el espectador mira o puede ver. No se qué más se puede aportar a una situación descrita y a un texto. No se debe componer, inventar, si no se quiere caer en el formateo del que tanto huyo.
- ¿Ha sido un placer trabajar con Gisèle Casadesus?
- Un placer tremendo porque me convertí en espectador. Es asombroso ver a una mujer de su edad memorizar un texto y concentrarse como hace ella; demuestra que tiene mucho valor. Pero me sedujo su increíble feminidad, su coquetería, que me parecen el fruto de una vida bella y del amor, de la esperanza o de una creencia. Gisèle cree en los pájaros, en la belleza, la pena y la tristeza en un mundo donde mucha gente carece de valor para enfrentarse a la tormenta de la pena. Cuando trabajo con ella, lo veo todo, noto sus estremecimientos. Delante de ella, me siento libre. La libertad significa no sentir miedo de nada, tener la fuerza de la vida misma. En cuanto se empieza a sentir miedo, se acabó. No temo a nada, y menos a la existencia, al contrario de mucha gente que, según envejece, se rodea de pretiles.
- Gisèle Casadesus le compara a un huracán cuando aparece en el plató antes de rodar una escena. ¿Está de acuerdo con esa descripción?
- Sí, es mi modo de ser. Pero nada más oír la palabra “Motor”, estoy en el papel. Además, también puedo quedarme dormido en una silla en vez de moverme, y trabajaré del mismo modo. La escena es lo único que cuenta, da igual lo que ocurra antes.
- ¿Sigue sintiendo el mismo placer que siempre a la hora de actuar?
- Sí, claro. Sobre todo porque hago muchas cosas cuando no ruedo y un rodaje es como un descanso. Aunque el cine haya cambiado, los equipos, la gente sigue siendo la misma. Conozco los enormes rodajes estadounidenses con su cantidad de medios y una pléyade de ayudantes. Pero se me hacen pesados. No hay lugar para la espontaneidad. En realidad, soy como el personaje de TARDES CON MARGUERITTE: vivo el presente. El pasado llega enseguida, no hace falta buscarlo. Me alimento permanentemente del presente, de todo lo que se nos escapa y vivimos cuando dormimos, cuando amamos, cuando observamos… Todo deja huellas en la memoria; el dolor, los sentimientos, sonidos, colores, olores… Y ese dolor, esos sentimientos, sonidos, colores, olores me alimentan. Eso explica por qué, antes de un rodaje, nunca pienso en el personaje que interpretaré excepto cuando el director me habla de él. Y en este caso, no iba a preparar el papel de Germain Chazes, un hombre que observa a la gente y escucha.
ENTREVISTA CON GISÈLE CASADESUS
- ¿Qué recuerdo tiene de La fortuna de vivir, la primera película que rodó con Jean Becker?
- Un recuerdo excelente y nada lejano. Fue una película que impactó a mucha gente y suelen hablarme de ella. No me sorprende: cuenta una historia simple pero muy humana, de las que suelen nacer las mejores películas. Y las que quedan grabadas en la memoria colectiva.
- ¿Cómo surgió esta nueva colaboración con Jean Becker?
- Jean me llamó para decirme que me mandaba un libro y que pensaba en mí para uno de los papeles. Disfruté mucho leyendo Tardes con Margueritte, sobre todo por el lenguaje de carretero que usa la autora Marie-Sabine Roger. Pero también por la relación repleta de ternura entre esa anciana y el buenazo que interpreta Gérard Depardieu. Luego recibí el guión, en el que Jean siguió el libro a la perfección aunque imprimiéndole una nota personal: su amor por la naturaleza, que se hace patente sin ser forzado. Reconozco que no vivo en la naturaleza. Soy una parisina de pura cepa y siempre he vivido en el distrito XVIII. Aunque no sepa nada del campo, es el aspecto que más me conmovió.
- ¿Qué le gusta a la hora de trabajar con Jean Becker?
- He vuelto a encontrar la misma bondad que en el rodaje de La fortuna de vivir. Y también su eficacia: no se pierde el tiempo en un plató con Jean. Es muy agradable porque pide, pero no impone. No se lucha con él, todo es natural y agradable, y más aún porque el personaje que interpreto no me era del todo extraño.
- ¿Cómo definiría a Margueritte?
- Quizá debido a los numerosos viajes que realizó, siente un cierto desapego por su entorno. Es sensible, pero no lloriquea. A pesar de su apariencia, tiene mucha autoridad.
- ¿Por qué cree que siente afecto por el personaje de Germain Chazes?
- Le conmueve la sinceridad y la naturalidad de ese hombre. Sobre todo entiende su deseo de saber más. Es alguien sin pulir, incluso zafio, pero con ganas de aprender lo que la vida no le ha aportado.
- ¿Fue difícil convertirse en su personaje?
- Pierre Fresnay tenía una teoría y la comparto con él: no se entra en un personaje, el personaje debe entrar en el actor. Aunque no sepa tantas cosas como Margueritte, no me costó en absoluto dejarme penetrar por ella. No sé si el resultado es convincente, pero no sentí ninguna dificultad a la hora de interpretar el personaje.
- ¿Cómo vivió las escenas que marcan el ritmo de la película con Gérard Depardieu en el banco?
- Primero, estaba encantada de conocer a Gérard. Todo fue muy natural entre los dos. No olvidemos que podría ser su abuela. Si Dios lo permite, cumpliré 96 años en junio. Luego, porque es muy agradable trabajar con un gran profesional. Me divertía mucho con él durante la preparación del plano, gesticula, ríe, habla muy alto.
- ¿Sigue poniéndose nerviosa cuando interpreta?
- En el teatro tengo miedo hasta el momento de pisar el escenario. En un plató también, pero es diferente. Estamos en manos del realizador y de la técnica, no somos los únicos responsables del trabajo. Al entregarnos totalmente, tranquiliza mucho trabajar con un director tan bueno como Jean. Sé que basta con escucharle e intentar seguir sus indicaciones.
- Un recuerdo excelente y nada lejano. Fue una película que impactó a mucha gente y suelen hablarme de ella. No me sorprende: cuenta una historia simple pero muy humana, de las que suelen nacer las mejores películas. Y las que quedan grabadas en la memoria colectiva.
- ¿Cómo surgió esta nueva colaboración con Jean Becker?
- Jean me llamó para decirme que me mandaba un libro y que pensaba en mí para uno de los papeles. Disfruté mucho leyendo Tardes con Margueritte, sobre todo por el lenguaje de carretero que usa la autora Marie-Sabine Roger. Pero también por la relación repleta de ternura entre esa anciana y el buenazo que interpreta Gérard Depardieu. Luego recibí el guión, en el que Jean siguió el libro a la perfección aunque imprimiéndole una nota personal: su amor por la naturaleza, que se hace patente sin ser forzado. Reconozco que no vivo en la naturaleza. Soy una parisina de pura cepa y siempre he vivido en el distrito XVIII. Aunque no sepa nada del campo, es el aspecto que más me conmovió.
- ¿Qué le gusta a la hora de trabajar con Jean Becker?
- He vuelto a encontrar la misma bondad que en el rodaje de La fortuna de vivir. Y también su eficacia: no se pierde el tiempo en un plató con Jean. Es muy agradable porque pide, pero no impone. No se lucha con él, todo es natural y agradable, y más aún porque el personaje que interpreto no me era del todo extraño.
- ¿Cómo definiría a Margueritte?
- Quizá debido a los numerosos viajes que realizó, siente un cierto desapego por su entorno. Es sensible, pero no lloriquea. A pesar de su apariencia, tiene mucha autoridad.
- ¿Por qué cree que siente afecto por el personaje de Germain Chazes?
- Le conmueve la sinceridad y la naturalidad de ese hombre. Sobre todo entiende su deseo de saber más. Es alguien sin pulir, incluso zafio, pero con ganas de aprender lo que la vida no le ha aportado.
- ¿Fue difícil convertirse en su personaje?
- Pierre Fresnay tenía una teoría y la comparto con él: no se entra en un personaje, el personaje debe entrar en el actor. Aunque no sepa tantas cosas como Margueritte, no me costó en absoluto dejarme penetrar por ella. No sé si el resultado es convincente, pero no sentí ninguna dificultad a la hora de interpretar el personaje.
- ¿Cómo vivió las escenas que marcan el ritmo de la película con Gérard Depardieu en el banco?
- Primero, estaba encantada de conocer a Gérard. Todo fue muy natural entre los dos. No olvidemos que podría ser su abuela. Si Dios lo permite, cumpliré 96 años en junio. Luego, porque es muy agradable trabajar con un gran profesional. Me divertía mucho con él durante la preparación del plano, gesticula, ríe, habla muy alto.
- ¿Sigue poniéndose nerviosa cuando interpreta?
- En el teatro tengo miedo hasta el momento de pisar el escenario. En un plató también, pero es diferente. Estamos en manos del realizador y de la técnica, no somos los únicos responsables del trabajo. Al entregarnos totalmente, tranquiliza mucho trabajar con un director tan bueno como Jean. Sé que basta con escucharle e intentar seguir sus indicaciones.
FILMOGRAFÍA SELECCIONADA DE JEAN BECKER
2010 TARDES CON MARGUERITTE
2008 DEJAD DE QUERERME
2006 CONVERSACIONES CON MI JARDINERO
2003 LOS JARDINES DE LA MEMORIA
2000 UN CRIMEN EN EL PARAÍSO
1998 LA FORTUNA DE VIVIR
1995 ELISA (César a la Mejor Música)
1983 VERANO ASESINO (César a la Mejor Actriz, Mejor Actriz de Reparto y Mejor Montaje)
1967 DULCE GAMBERRO
1964 ESCAPE LIBRE
1961 UN TAL LA ROCCA
2008 DEJAD DE QUERERME
2006 CONVERSACIONES CON MI JARDINERO
2003 LOS JARDINES DE LA MEMORIA
2000 UN CRIMEN EN EL PARAÍSO
1998 LA FORTUNA DE VIVIR
1995 ELISA (César a la Mejor Música)
1983 VERANO ASESINO (César a la Mejor Actriz, Mejor Actriz de Reparto y Mejor Montaje)
1967 DULCE GAMBERRO
1964 ESCAPE LIBRE
1961 UN TAL LA ROCCA
FILMOGRAFÍA SELECCIONADA DE GÉRARD DEPARDIEU
2010 TARDES CON MARGUERITTE, de Jean Becker
POTICHE, de François Ozon
2009 MAMMUTH, de Benoît Délepine y Gustave Kervern
2008 BELLAMY, de Claude Chabrol
A L’ORIGINE, de Xavier Giannoli
2007 MESRINE : L’INSTINCT DE MORT, de Jean-François Richet
2006 BABILONIA A.D., de Mathieu Kassovitz
ASTERIX EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS, de Frédéric Forrestier y Thomas Langmann
LA VIDA EN ROSA, de Olivier Dahan
2005 QUAND J’ÉTAIS CHANTEUR, de Xavier Giannoli
2004 OTROS TIEMPOS, de André Téchiné
ASUNTOS PENDIENTES, de Olivier Marchal
2003 ¡QUE TE CALLES!, de Francis Veber
2001 SALIR DEL ARMARIO, de Francis Veber
2000 ASTÉRIX Y OBÉLIX: MISIÓN CLEOPATRA, de Claude Zidi
UN PONT ENTRE DEUX RIVES, de Gérard Depardieu y Frédéric Auburtin
1995 LE GARÇU, de Maurice Pialat
1994 ELISA, de Jean Becker
1992 GERMINAL, de Claude Berri
1991 TODAS LAS MAÑANAS DEL MUNDO, de Alain Corneau
1990 MATRIMONIO DE CONVENIENCIA, de Peter Weir
1989 CYRANO DE BERGERAC, de Jean-Paul Rappeneau
1988 TROP BELLE POUR TOI, de Bertrand Blier
DRÔLE D’ENDROIT POUR UNE RENCONTRE, de François Dupeyron
1987 CAMILLE CLAUDEL, de Bruno Nuytten
1986 BAJO EL SOL DE SATÁN, de Maurice Pialat
TENUE DE SOIRÉE, de Bertrand Blier
1985 JEAN DE FLORETTE, de Claude Berri
1984 POLICE, de Maurice Pialat
1983 FORT SAGANNE, de Alain Corneau
LOS COMPADRES, de Francis Veber
LA MUJER DE AL LADO, de François Truffaut
DANTON, de Andrzej Wajda
1980 JE VOUS AIME, de Claude Berri
EL ÚLTIMO METRO, de François Truffaut
LOULOU, de Maurice Pialat
1973 LOS ROMPEPELOTAS, de Bertrand Blier
POTICHE, de François Ozon
2009 MAMMUTH, de Benoît Délepine y Gustave Kervern
2008 BELLAMY, de Claude Chabrol
A L’ORIGINE, de Xavier Giannoli
2007 MESRINE : L’INSTINCT DE MORT, de Jean-François Richet
2006 BABILONIA A.D., de Mathieu Kassovitz
ASTERIX EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS, de Frédéric Forrestier y Thomas Langmann
LA VIDA EN ROSA, de Olivier Dahan
2005 QUAND J’ÉTAIS CHANTEUR, de Xavier Giannoli
2004 OTROS TIEMPOS, de André Téchiné
ASUNTOS PENDIENTES, de Olivier Marchal
2003 ¡QUE TE CALLES!, de Francis Veber
2001 SALIR DEL ARMARIO, de Francis Veber
2000 ASTÉRIX Y OBÉLIX: MISIÓN CLEOPATRA, de Claude Zidi
UN PONT ENTRE DEUX RIVES, de Gérard Depardieu y Frédéric Auburtin
1995 LE GARÇU, de Maurice Pialat
1994 ELISA, de Jean Becker
1992 GERMINAL, de Claude Berri
1991 TODAS LAS MAÑANAS DEL MUNDO, de Alain Corneau
1990 MATRIMONIO DE CONVENIENCIA, de Peter Weir
1989 CYRANO DE BERGERAC, de Jean-Paul Rappeneau
1988 TROP BELLE POUR TOI, de Bertrand Blier
DRÔLE D’ENDROIT POUR UNE RENCONTRE, de François Dupeyron
1987 CAMILLE CLAUDEL, de Bruno Nuytten
1986 BAJO EL SOL DE SATÁN, de Maurice Pialat
TENUE DE SOIRÉE, de Bertrand Blier
1985 JEAN DE FLORETTE, de Claude Berri
1984 POLICE, de Maurice Pialat
1983 FORT SAGANNE, de Alain Corneau
LOS COMPADRES, de Francis Veber
LA MUJER DE AL LADO, de François Truffaut
DANTON, de Andrzej Wajda
1980 JE VOUS AIME, de Claude Berri
EL ÚLTIMO METRO, de François Truffaut
LOULOU, de Maurice Pialat
1973 LOS ROMPEPELOTAS, de Bertrand Blier
FILMOGRAFÍA SELECCIONADA DE GISÈLE CASADESUS
2010 TARDES CON MARGUERITTE, de Jean Becker
2009 CES AMOURS LÀ, de Claude Lelouch
2008 EL ERIZO, de Mona Achache
2006 LE GRAND APPARTEMENT, de Pascal Thomas
2005 LE PROMENEUR DU CHAMP DE MARS, de Robert Guediguian
OBRAS EN CASA, de Brigitte Rouan
¡PALACIO REAL!, de Valérie Lemercier
2000 LE BOUQUET, de Jeanne Labrune
1999 AÏE, de Sophie Filieres
1998 LA FORTUNA DE VIVIR, de Jean Becker
1992 ROULEZ JEUNESSE, de Jacques Fansten
1990 HOMME, FEMME, MODE D’EMPLOI, de Claude Lelouch
1973 VERDICT, de André Cayatte
1949 DUGUESCLIN, de Pierre Billon
1948 ENTRE ONZE HEURES ET MINUIT, de Henri Decoin
1947 ROUTE SANS ISSUE, de Jean Stelli
1946 CASANOVA, de Jean Boyer
1944 PALEMA, de Pierre de Herain
1943 VAUTRIN, de Pierre Billon
1942 GRAINE AU VENT, de Maurice Gleize
1934 L’AVENTURIER, de Marcel L’Herbier
2009 CES AMOURS LÀ, de Claude Lelouch
2008 EL ERIZO, de Mona Achache
2006 LE GRAND APPARTEMENT, de Pascal Thomas
2005 LE PROMENEUR DU CHAMP DE MARS, de Robert Guediguian
OBRAS EN CASA, de Brigitte Rouan
¡PALACIO REAL!, de Valérie Lemercier
2000 LE BOUQUET, de Jeanne Labrune
1999 AÏE, de Sophie Filieres
1998 LA FORTUNA DE VIVIR, de Jean Becker
1992 ROULEZ JEUNESSE, de Jacques Fansten
1990 HOMME, FEMME, MODE D’EMPLOI, de Claude Lelouch
1973 VERDICT, de André Cayatte
1949 DUGUESCLIN, de Pierre Billon
1948 ENTRE ONZE HEURES ET MINUIT, de Henri Decoin
1947 ROUTE SANS ISSUE, de Jean Stelli
1946 CASANOVA, de Jean Boyer
1944 PALEMA, de Pierre de Herain
1943 VAUTRIN, de Pierre Billon
1942 GRAINE AU VENT, de Maurice Gleize
1934 L’AVENTURIER, de Marcel L’Herbier
REPARTO Y EQUIPO TÉCNICO
Germain GÉRARD DEPARDIEU
Margueritte GISÈLE CASADESUS
Gardini FRANÇOIS-XAVIER DEMAISON
Francine MAURANE
Landremont PATRICK BOUCHITEY
Jojo JEAN-FRANÇOIS STÉVENIN
La madre CLAIRE MAURIER
Annette SOPHIE GUILLEMIN
Director JEAN BECKER
Guionistas JEAN-LOUP DABADIE - JEAN BECKER
Diálogos JEAN-LOUP DABADIE
Basada en la novela de MARIE-SABINE ROGER
Productor LOUIS BECKER
Fotografía ARTHUR CLOQUET
Música LAURENT VOULZY
Sonido JACQUES PIBAROT - INCENT MONTROBERT - FRANÇOIS GROULT
Decorados THÉRÈSE RIPAUD
Montaje JACQUES WITTA
Vestuario ANNIE PERIER BERTAUX
Reparto SYLVIA ALLEGRE
Producción delegada ICE3 – KJB Production
Coproducción StudioCanal – France 3 Cinéma – DD Productions
Duración 82’
Idioma Francés
País Francia
Margueritte GISÈLE CASADESUS
Gardini FRANÇOIS-XAVIER DEMAISON
Francine MAURANE
Landremont PATRICK BOUCHITEY
Jojo JEAN-FRANÇOIS STÉVENIN
La madre CLAIRE MAURIER
Annette SOPHIE GUILLEMIN
Director JEAN BECKER
Guionistas JEAN-LOUP DABADIE - JEAN BECKER
Diálogos JEAN-LOUP DABADIE
Basada en la novela de MARIE-SABINE ROGER
Productor LOUIS BECKER
Fotografía ARTHUR CLOQUET
Música LAURENT VOULZY
Sonido JACQUES PIBAROT - INCENT MONTROBERT - FRANÇOIS GROULT
Decorados THÉRÈSE RIPAUD
Montaje JACQUES WITTA
Vestuario ANNIE PERIER BERTAUX
Reparto SYLVIA ALLEGRE
Producción delegada ICE3 – KJB Production
Coproducción StudioCanal – France 3 Cinéma – DD Productions
Duración 82’
Idioma Francés
País Francia
LA PRENSA HA DICHO
METRO
Recuerda al campo en verano y al calor de los sentimientos. Una bonita película que sienta bien.
20 MINUTES
Historia de una amistad.
EXCESSIF
Desde el principio, TARDES CON MARGUERITTE propone un momento de pura relajación donde la simplicidad, la interpretación y la inteligencia se unen de forma notable.
PARIS MATCH
Una comedia acerca del amor por las palabras y la lectura.
Recuerda al campo en verano y al calor de los sentimientos. Una bonita película que sienta bien.
20 MINUTES
Historia de una amistad.
EXCESSIF
Desde el principio, TARDES CON MARGUERITTE propone un momento de pura relajación donde la simplicidad, la interpretación y la inteligencia se unen de forma notable.
PARIS MATCH
Una comedia acerca del amor por las palabras y la lectura.
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